Lubin, un hacedor de perfumes desde hace más de 220 años

La historia

de Lubin

El fundador

A Pierre-François Lubin se lo considera el fundador de la perfumería moderna. Su nacimiento en 1774 lo abocó a vivir uno de los periodos más turbulentos de la historia de Francia, a caballo entre el Antiguo Régimen y la Revolución Industrial. El célebre perfumista Jean-Louis Fargeon, cuyo taller parisino estaba cerca de la casa familiar, lo inició en el arte de la perfumería en 1784, a la corta edad de 10 años. Poco a poco, el joven se convirtió en depositario de las recetas de belleza de la corte real de Francia.

Fargeon, descendiente de una antigua dinastía de perfumistas originaria de Montpellier, era el proveedor oficial de María Antonieta. Tras los primeros compases de la Revolución Francesa, la reina, que había tenido que trasladarse con su familia a las Tullerías en otoño de 1789, recibía los paquetes de su fiel perfumista por medio del joven aprendiz Lubin. La soberana se refrescaba todos los días con exquisitas preparaciones elaboradas con esencia de bergamota y de naranja. También adoraba el perfume de rosas, que Fargeon extraía con magistral pericia, porque le recordaba a los jardines del Trianon.

En 1792, cuando tenía 18 años, Pierre-Francois Lubin abandonó la agitación revolucionaria de la capital. Se mudó a Grasse, donde empezó a trabajar en el taller de otro maestro de las fragancias: Tombarelli. Allí conoció los secretos del método italiano, traído de Florencia dos siglos atrás por Catalina de Médici.

UN HOMENAJE REGIO

Au Bouquet de Roses

Tras la Revolución, Lubin escogió un lugar cercano al Palacio Real para abrir su primera tienda, a la que llamó Au Bouquet de Roses en recuerdo de la reina María Antonieta, que había encontrado un trágico final. Sus creaciones gozaron de una gran popularidad entre los primeros dandies que se asomaron a la vida pública pasado el terror revolucionario. A ellos se los conocía como “les Incroyables”; ellas eran “les Merveilleuses”. Fueron los auténticos inventores de la moda parisina, haciendo gala de una excentricidad expansiva que se convirtió en el símbolo de un nuevo estilo de vida dominado por la pompa y fantasía.

La emperatriz Josefina, esposa de Napoleón I, abrazó la moda de la época y se dejó seducir por las composiciones del joven perfumista. La hermana del emperador, Paulina Bonaparte, quien pasó a ser la princesa de Borghèse tras su enlace matrimonial, incluso dio nombre a uno de sus perfumes, el Bouquet Borghèse.

Cuando los Borbones volvieron al trono en 1815, Lubin se reivindicó como “custodio de los secretos de belleza de la antigua corte de Francia”, un legado que le había dejado Fargeon. La autorización real que le concedió el duque de Angulema, esposo de María Teresa de Francia, la única hija de María Antonieta que sobrevivió a la Revolución, le permitió cambiar el nombre de su tienda por Aux Armes de France.

Gracias al favor de este ilustre noble, Lubin se convirtió rápidamente en el perfumista predilecto de numerosas cortes europeas. En 1821, fue nombrado proveedor oficial del rey de Inglaterra, Jorge IV, y en 1823 recibió el mismo honor del gran zar de Rusia Alejandro I.

En 1834, durante el reinado de la última soberana francesa, la reina María Amelia, consorte del rey Luis Felipe, que había subido al trono en 1830, Pierre-François Lubin obtuvo el título de proveedor oficial de la corte real de Francia.

LA SUCESIÓN:

PARÍS Y LA COSTA AZUL

El 1844, la Maison Lubin pasó a ser propiedad de Felix Prot, antiguo aprendiz de Lubin que había trabajado con el maestro durante 20 años. Se consideraba su heredero espiritual. Felix Prot sentó las bases de la expansión internacional de la Maison e inauguró en 1873 una fábrica de perfumería pionera en Cannes, en la costa Azul. En aquellas instalaciones se usaron por primera vez máquinas de vapor para extraer las esencias destinadas a los perfumes.

Su hijo, Paul Prot, tomó el relevo en 1885. Fue un auténtico visionario, un hombre adelantado a su tiempo que hablaba inglés y alemán con fluidez, una cualidad muy poco común en un francés de finales del siglo XIX. Paul Prot se labró una trayectoria brillante durante más de medio siglo. Viajó por todo el mundo y creó una red de representantes internacionales que le permitió a la Maison Lubin granjearse su fama internacional.

LA FÁBRICA DE PERFUMES

MÁS GRANDE

DE FRANCIA

En 1900, Paul Prot abrió la que fue la mayor unidad de producción de Francia en aquella época: una moderna fábrica de perfumes y jabones en Courbevoie, a las afueras de París. Sus hijos Marcel y Pierre Pront le sucedieron al frente de la empresa a comienzos de la década de 1920.

DE LA CONQUISTA DEL OESTE

A LA FIEBRE DEL ORO

La Maison Lubin cosechó sus mayores éxitos a partir de mediados del siglo XIX en los Estados Unidos, un país que se había convertido en el nuevo El Dorado. La expansión de Lubin en América comenzó en la década de 1830 con el nombramiento de su primer representante en suelo estadounidense, el neoyorquino Theo Studley. Lubin contaba con sucursales en Nueva Orleans y San Luis y gozaba del favor tanto de las familias aristocráticas del viejo sur como de las élites de la costa este. Theo Studley, que había trabajado para Lubin durante más de 60 años, se retiró en 1898, coincidiendo con la creación de la filial de Nueva York.

Las tres décadas siguientes constituyeron la edad dorada de Lubin en los Estados Unidos, una época a la que puso fin la Gran Depresión de 1929. La filial americana, cuyas ventas superaban por entonces a las de la matriz parisina, tuvo que cerrar en 1930, aunque se mantuvo la distribución a través de un nuevo representante. A pesar de la recesión económica, en 1937 se presentó Nuit de Longchamp. Este perfume atemporal que evoca el esplendor nocturno de un jardín salpicado de flores blancas tuvo un gran éxito en los Estados Unidos y su estela se dejó sentir en más de una fiesta, desde Hollywood a los Hamptons.

TRAS LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL,

UNA NUEVA GENERACIÓN

Los hijos de Marcel y Pierre Prot, André y Paul, asumieron la dirección de Lubin cuando acabó la guerra en 1945. El nuevo equipo directivo lanzó en 1955 Gin Fizz, una creación del gran perfumista Henri Giboulet que rendía homenaje a la mujer más hermosa y elegante del siglo, Grace Kelly. Un nuevo éxito de Lubin, que volvió a dejar su impronta de sofisticación en el mundo de la perfumería a pesar de la competencia de las nuevas esencias creadas por las casas de Alta Costura.
Paul y André Prot se mantuvieron al frente de la Maison hasta finales de la década de 1960 y volvieron a hacer historia en 1968 con Eau Neuve. La venta de Lubin a un gran grupo industrial supuso el comienzo de una época de lento e inexorable declive a la que no pudieron poner freno los denodados esfuerzos de varios directivos decididos a salvar la Maison.

CONSTRUYENDO

EL FUTURO

A finales del siglo XX, Gilles Thévenin decidió tomar las riendas del futuro de Lubin con el apoyo de dos hijos de Paul Prot. Los perfumistas que habían trabajado para la Maison en los años cincuenta y sesenta salieron de su retiro para ayudar a Lubin a recuperar su singular estilo olfativo y transmitir todos sus secretos a una nueva generación. Ese esfuerzo se materializó en 2009 en el renacimiento de Nuit de Longchamp y Gin Fizz. Lubin ha logrado reconquistar el prestigio del que gozó en sus viejos días de gloria. La Maison se mantiene fiel a los ideales de su fundador, creando perfumes originales y de calidad que seguirán fascinando durante años a las próximas generaciones.